viernes, 14 de noviembre de 2008

Monologo: La Dama del Lago.

A al luz tenue del alba sometí a merlín a mis encantos, el añoraba deseos que veía en mis ojos fieles e inmaculados, pero el sueño llevaba promesas erróneas y desmedidas.
Lo soñaba, lo anhelaba, pero el cuerpo maduro de hombre seria el impedimento de mi codicia. Anhelaba su sabiduría.
OH merlín, mi eterno amante, el eterno reflejo del otro lado del lago, ese reflejo que jamás podría ser, pues mi alma estaba encerrada en un eterno vaivén crepuscular de envidia.
Vuestro poder jamás correspondería a mis frágiles e insípidas manos.

No me queda más que ser el augurio y la esperanza de hombres fieles a la lucha y al honor, al latente sonido de la guerra, al olor a sangre próximamente derramada sobre el fértil suelo de estas tierras, ese hedor que me conlleva a predecir de qué cuerpo inocuo viene.

Tú, hombre de batallas, os habéis encontrado conmigo, esperando mi llegada, anhelando ver mi cuerpo salir de las cristalinas aguas, tú serás quien porte el alma y el cetro de victoria.

Tú, hombre con sed de sangre, que os encontrasteis conmigo sin previo aviso o preámbulo alguno, veras salir sangre de un cáliz de piel y carne, que mantendrá a vuestro ser perplejo en el corto instante en que os quede suspiro y aliento.
Vuestro cuerpo se degradará en la tierra en que a muchos visteis caer.


Alexandra Delarge.

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